Una pequeña historia real

Una pequeña historia real

Empiezo con una pequeña historia real que me paso a mí. 

Hace un tiempo vivía en una gran urbanización en un pueblo grande. Teníamos un chalet con mil metros de terreno que compartíamos con dos perros: Luna, una pastora alemana y Cris, una Husky, las dos unas excelentes amigas. Nunca salían de la propiedad. Yo trabajaba fuera y Richard (mi pareja) consideraba que con que fueran una vez al año al veterinario ya tenían más que suficiente. De modo que no conocían casi la calle, el chalet estaba vallado con paredes altas y la puerta de entrada era una plancha de hierro para que la gente al pasar no viera nada dentro. 

Nosotros vivíamos allí todo el año mientras que nuestros vecinos ingleses y suizos pasaban tres o cuatro meses de vacaciones. Enfrente había casas sin habitar. Bueno, hacía poco habíamos visto a una pareja de 50 a 60 años, intentamos comunicarnos un poco con ellos al encontrarnos por la calle, pero no sabían hablar español ni alemán (idioma de Richard). Así que cuando nos veíamos (que eran pocas veces), nos saludábamos con un “hola”. 

Pasaron tres o cuatro meses. Era el mes de noviembre y Richard tenía que irse de viaje dos semanas a Alemania. A mí no me hacía ninguna gracia quedarme sola en esa casa tan grande, sin vecinos, únicamente la pareja de enfrente que nunca veía. Así que Richard se fue. No había más remedio. 

Iba a trabajar, lo peor era por la noche cuando volvía a las 9 de la noche, estaba todo tan oscuro, era casi invierno y no se veía un alma por la calle (nunca mejor dicho) … 

Siempre dejaba al mediodía la pequeña luz de la entrada encendida. Tenía miedo, estaban robando en muchas casas, e incluso entraban por la noche con la gente en el interior durmiendo. 

Una noche al salir de trabajar, cogí el autobús, llegué a casa y cuando abrí la puerta, no sé cómo se salieron las dos perras disparadas. Me fue imposible que volvieran, se perdieron calle abajo. ¡Me quedé sin aliento! 

¡Qué sensación de abandono! Me quedé inmóvil. 

Sin pensar miré a cielo lleno de estrellas y pedí ayuda con todo mi corazón a mi tío Deo (hermano de mi madre), muerto hacía dos meses y le dije “Deo, si es cierto que estás ahí, si me estás viendo, te pido por favor que hagas volver a las perras. Tú sabes que tengo terror a pasar la noche en esta casa sola en invierno, sin vecinos. Sé que es casi imposible, por eso te lo pido a ti, si lo haces no dudaré nunca que la muerte no existe”. 

Me fui a la cocina procurando no pensar, pero claro, muy nerviosa y muy triste. Había pasado media hora cuando llamaron al timbre. Salí al jardín y abrí. 

Todavía hoy que han pasado 9 años me emociono mucho al recordar el momento. 

Allí en el “portalón” del jardín que daba a la calle, estaban los señores que vivían enfrente cada uno con una perra, atadas con correa. Me pareció un sueño hecho realidad. ¡¡Allí estaban mis perras!! ¡¡No me lo podía creer!! Con aquella pareja que ni siquiera las conocían. No supe ni cómo ni dónde las encontraron. Lo más extraño era como se dejaron coger y, aún más difícil, dejarse poner las correas ya que no tenían puesto el collar. 

¡¡Les di las gracias!! ¡¡Los abracé!! Emocionada metí dentro a las perras. No hablamos nada pues no hablaban español, pero les transmití mi emoción y mi agradecimiento. Al día siguiente les compré un regalito y se lo llevé. No hablamos nada de nuevo pero mi mirada les dijo lo agradecida que me sentía. 

Aquella noche, después de cerrar la puerta con las perras a mi lado, volví a mirar al cielo y sentí algo que no puedo explicar… Alguien (mi tío), me había escuchado y había hecho el milagro de traerlas a casa”. Estaba “asombrada” de cómo el cielo me había escuchado. Lo más inexplicable era : ¿Cómo supieron que eran mis perras? ¿Cómo se dejaron coger y poner la correa? 

Una vez se escaparon y echaron a correr, cuanto más las llamábamos, más corrían.. Fue imposible cogerlas, al final la perrera las localizó Por primera vez en mi vida, supe con certeza que el cielo y Deo me habían escuchado. 

Mi tío Deo hacía dos meses que había muerto. Yo fui a verlo a su casa. Llamé varias veces y no me contestó. Al tener la llave abrí la puerta. Lo encontré muerto en su cama, eran las cinco de la tarde, mes de septiembre 2004. Había fallecido de un infarto mientras dormía la siesta. 

Gracias Deo.
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